Formatear Windows 8 puede parecer complicado, pero sinceramente, no es tan complicado como algunos lo pintan. Aun así, si intentas hacer una instalación limpia o solucionar problemas persistentes, un reinicio puede hacer que tu equipo funcione mucho mejor: más rápido, más estable y con menos saturación. El problema es que lo borrarás todo, así que hacer una copia de seguridad es fundamental. Una vez hecho esto, insertar el medio de instalación de Windows 8 (ya sea un DVD o una memoria USB de arranque) es el primer paso. Después, solo tienes que arrancar desde ese medio, seguir las instrucciones y elegir «Formatear» al llegar a la pantalla de configuración de la unidad. En unos minutos, tu PC volverá a funcionar como nuevo, listo para todas las personalizaciones y configuraciones.
Cómo formatear Windows 8 sin perder la cabeza
Método 1: Usar la opción de reinicio/actualización incorporada
Este no es un formateo completo, pero si Windows 8 falla o funciona de forma extraña, probar la actualización o el restablecimiento integrados podría ser la solución. Es similar a una instalación semilimpia: conserva los archivos, pero restablece la configuración y las aplicaciones a sus valores predeterminados. Ve a Configuración > Cambiar la configuración del PC > Actualización y recuperación > Recuperación y selecciona «Actualizar el PC» o «Eliminar todo y reinstalar Windows».Consejo rápido: para una limpieza a fondo, selecciona «Eliminar todo», pero si solo quieres una actualización rápida, podría ser más efectivo. Normalmente, esto es suficiente si solo intentas corregir algunos errores sin tener que formatear por completo.
Método 2: Arrancar desde el medio de instalación de Windows 8 y formatear
Esto es lo que hay que hacer: borrar el disco duro e instalar Windows desde cero. Al instalar desde un USB o DVD de arranque, podrás eliminar y formatear particiones. Aquí tienes un breve resumen:
- Inserte su USB o DVD de arranque de Windows 8.
- Reinicie la PC y presione la tecla para ingresar a la configuración del BIOS/UEFI (generalmente F2, Supr o F12 durante el inicio).
- Cambie el orden de arranque para que su unidad USB o DVD aparezca primero, luego guarde los cambios y reinicie.
- Cuando se cargue el instalador, siga las instrucciones hasta llegar a la pantalla «¿Dónde desea instalar Windows?».
- Seleccione la partición correcta y luego haga clic en “Formatear”; en la configuración de Windows, eso se encuentra en la pantalla de opciones de unidad.
- Después de formatear, seleccione la unidad y continúe con la instalación.
Algo a tener en cuenta es asegurarse de elegir la unidad correcta. La configuración de Windows puede ser un poco confusa si tiene varios discos o particiones, así que compruébelo bien. Además, algunas configuraciones pueden fallar si la unidad tiene errores o está bloqueada; en esos casos, ejecutar una comprobación rápida del disco chkdsk
desde el símbolo del sistema podría ser útil. Recuerde que en algunas máquinas esto falla la primera vez y luego funciona después de reiniciar. Es extraño, pero lo que sea lo mantiene funcionando.
Método 3: Usar la Administración de discos (avanzado)
Si se siente cómodo con las configuraciones avanzadas, puede eliminar particiones mediante Administración de discos ( haga clic con el botón derecho en Este PC > Administrar > Administración de discos ).Esto suspende el sistema operativo, por lo que necesitará un medio independiente para instalar Windows posteriormente. Simplemente haga clic con el botón derecho en la(s) partición(es) del sistema y seleccione Eliminar volumen. Después, instale Windows desde cero en un espacio sin asignar. Este método le ofrece mayor control si intenta limpiar completamente la unidad antes de reinstalarla.
Y sí, a veces la Administración de discos de Windows se niega a eliminar una partición porque está en uso o es una partición reservada del sistema. En ese caso, inicie desde el medio de instalación y seleccione eliminar particiones durante la instalación, lo que evita algunas restricciones.
Consejos adicionales para hacerlo más fácil
Antes de empezar, conviene comprobar que los controladores de hardware estén listos, sobre todo si se realiza una instalación limpia, ya que podría necesitar controladores de red o gráficos más adelante. En Windows 8, los controladores suelen venir con la instalación o se pueden descargar de los sitios web del fabricante.
Además, ten a mano tu clave de producto de Windows; a veces, durante la instalación, tendrás que introducirla si no se activa automáticamente. Si tienes Windows 8.1 o posterior, vincular tu cuenta Microsoft podría facilitar la activación posterior, pero es mejor estar preparado.
Una última cosa, para quienes deseen una reinstalación pura sin todos los pasos manuales al estilo Linux, pueden consultar herramientas como Winhance o similares. A veces pueden automatizar partes, pero son opcionales.
Dado que Windows a veces dificulta un poco empezar desde cero, tenga paciencia y cuidado. En algunas configuraciones, todo funciona sin problemas; en otras, podría encontrarse con algún problema que requiera solución, como volver a comprobar el orden de arranque o volver a crear el dispositivo de arranque.
Resumen
- Haga una copia de seguridad de todos los archivos importantes antes de cualquier otra cosa.
- Cree un USB o DVD de arranque de Windows 8 (si no tiene uno).
- Cambie el BIOS para arrancar desde su medio.
- Siga las instrucciones, elija su unidad y luego formatéela durante la configuración.
- Reinstale Windows y configure sus preferencias.
Resumen
En definitiva, formatear Windows 8 no es tan intimidante como parece; solo hay que tener copias de seguridad y un poco de paciencia. Ya sea mediante las opciones integradas o una instalación limpia manual, el objetivo final es un sistema nuevo que funcione como nuevo. A veces, es la única forma de corregir errores persistentes o ralentizaciones antiguas. Recuerda: lo importante es tener un plan, saber qué unidad borrar y tomarse su tiempo durante la instalación. Ojalá que esto ayude a alguien a conseguir por fin un equipo con Windows 8 más limpio y rápido.